miércoles, 29 de diciembre de 2021

Soy un árbol

 

 

 

 

 

 

 



 

Hay una sombra en el camino que me sigue, a veces me adelanta y yo me aparto por ver si consigo alejarla. Soy ese árbol que se alza buscando el sol, que respira el aroma a tomillo y romero, soy el que te llena de energía si me abrazas. Busco algo, por eso sigo senda arriba sin importar el cansancio. Qué es lo que buscas, me pregunto, ¿volver a la vida de entonces? Pero la mar ha quedado allá lejos y ahora me debato entre otras aguas que nada tienen que ver contigo.

Lo recuerdo bien. Cuando asome la cima de la montaña, entre los bosques frondosos, encontraré el camino y este me llevará a un claro, donde estuve ya otra vez. La pequeña cabaña de piedra convertida en ermita, ‘siglo XI románico’ dijeron. El interior vacío. La recuerdo tan bien. Aquella sensación de paz, la grandeza de un lugar tan sencillo, carente de todo.

Anochece. Me siento en una piedra; contemplo el sol, tan cercano, escondiéndose tras los picos de los montes. De pronto siento frío. Me envuelvo en el echarpe y dejo que la naturaleza me convierta en árbol, simbiosis de carne y sabia. Pertenezco a este instante, soy aquí en el momento justo en que la luz se transforma en oscuridad. No siento temor. Estoy, nada es más grande, nadie me llama, apenas hay un recuerdo que quiere pasearse por mi cabeza y no le dejo. Esto va a durar tan poco, pronto volverá el ruido, pero ahora estoy aquí. Tal vez de entre las piedras de la ermita emerja un aura trasparente y me rodee para que no tema y yo por fin comprenda todo lo que nunca supe y siempre ando buscando.

Sé que para volver debo andar por senderos de sombra y piedras, maleza y flores y que no llegaré hasta que haya cruzado el río, que baja violento y rumoroso. 

 

   


© Rosa G. Panera  

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