Tampoco aquello era pedir tanto:
una bicicleta vieja para
una mañana soleada
y un camino recto y llano
entre árboles y silencio
No era preciso nada más
que la fortaleza de siempre
para darle a los pedales
y disfrutar de la brisa en la cara
en un verano cualquiera
Ni siquiera echaría en falta
la risa de los niños al despertarse
ni tus bromas al verme partir
no me importarían tus dudas
sobre si no llegaría muy lejos
Tampoco era pedir demasiado:
la luz entre las ramas y las nubes
el canto alegre de los pájaros
y mis piernas en movimiento
alejándome hacia no sé donde.
© Rosa G. Panera
Todos los derechos reservados
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