Eran como palomas aquellas
manos,
se movían en la oscuridad
entonces,
eran como melodía, temblor y
risa
resonando en medio de la loca
vida,
temblor de invierno y primavera.
remanso y río revuelto de cada
día.
Testigo de nuestra vida, la
memoria
remonta las colinas del presente
y vuelve atrás buscando lo que
fue
hoy es ceniza soplada por el viento,
ojos que miran sin ver en la
noche
esperando cansados el amanecer.
Todo se suaviza cuando cae la
tarde
como el dulce roce de sus manos.
Quién no ha amado alguna vez
quién no se ha adormecido
sediento,
muerto de hambre de otros
alimentos
soñando con el calor de antiguas
manos.
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